La Imagen de la Virgen del Milagro:
Llegando a Villa Rosa, y camino a Zelaya, en las riberas del Río Luján (Paso de las Carretas), se encontraba La Estancia de Rosendo, preciso lugar dónde sucede el Milagro, de la Virgen de la Limpia y Pura Concepción, llamada hoy por todos nosotros: NUESTRA SEÑORA DE LUJAN.
Recordando este Milagro, se venera, en esta pequeña Capilla, una réplica de la imagen de la Virgen. 
Durante más de 4 (cuatro) décadas, la Patrona de los Argentinos, tuvo su residencia en el Partido del Pilar, así lo testimonian documentos de la época.
EL LUGAR DEL MILAGRO
El lugar histórico se encuentra en la localidad de Villa Rosa, hace 370 años quedaron las carretas que portaban la milagrosa Imagen de Luján.
La historia cuenta "Al apuntar el sol el día siguiente, el conductor de las imágenes unció sus bueyes, los ató al carro y picándoles con el aguijón se dispuso a continuar su ruta. No poco extrañado vio que los bueyes no se movían y aunque redobló sus esfuerzos y excitó a los animales de mil modos no consiguió que arrancase el carretón. Vinieron en su ayuda otros carreros, añadieron a la pareja del pertigo otra yunta de bueyes pero no lograron más que exasperarlos con sus golpes. Se arremolinaron en torno del carro una multitud de carreros y peones de la estancia de Oramas, juzgaron todos que era menester aliviar el carretón de su peso. Descargaron los bultos y al punto lo movieron los bueyes con la mayor facilidad. Como la carga era la misma que habían traído de Buenos Aires preguntaron al conductor qué era lo que llevaba y como dijese que entre otros bultos conducía dos imágenes de Nuestra Señora, desearon cerciorarse si el obstáculo provenía de ellas. Embarcaron pues las dos imágenes en el carretón y, en efecto, éste permanece inmóvil como al principio. Sacaron entonces una de las cajas y el carretón siguió atascado; trocáronla y azuzados los bueyes giraron las ruedas sin dificultad". (Párrafo extraído de la página web del Santuario Sra. de Luján.)
Historia del Milagro:
Corría el año 1630, cuando un Portugués, hacendado muy importante de Sumanpa, Antonio Farías de Saa, le pide a un amigo suyo que era navegante, que trajera de Brasil una imagen de la Concepción de María Santísima.
Su propósito era venerarla en la capilla que se estaba construyendo en su propia estancia, allí en Santiago del Estero. Andrea Juan, quien era marino y mercader cumplió con el encargo, y le trajo no una sino dos imágenes de nuestra Señora.
Llegaron al puerto de Bs. As. el 31 de marzo de 1630, las imágenes de LA LIMPIA Y PURA CONCEPCIÓN, y de la MATERNIDAD DIVINA. Ambas imágenes de bulto, estaban acondicionadas en dos pequeños cajoncitos, y fueron subidos a una carreta para emprender el viaje hacia el norte.
Llegando a la localidad de Villa Rosa, y camino a la ciudad de Zelaya, en las riveras del río Luján, por el paso de las carretas, se encontraba la estancia de Rosendo, donde los troperos se detuvieron para pasar la noche, ya que ésta era una zona relativamente segura frente a los posibles ataques de los indios.
Al día siguiente, pretendieron continuar con el viaje, y ya con los bueyes atados a la carreta, fue imposible moverla, y tratando de investigar cuál era la causa de este inconveniente, se dispusieron a vaciar la carreta, pensando que el excesivo peso podría ser el motivo de que los bueyes no avanzaran.
Quitaron todo cuanto había dentro de las mismas, dejando únicamente las dos imágenes de bulto.
Los troperos hacían fuerza empujando y animando a los animales y aún así los bueyes seguían inmóviles, entonces, optaron por bajar una de las imágenes -La Maternidad Divina-, pero los bueyes seguían sin moverse, allí cuando el esclavo Manuel sugirió cambiar las imágenes de lugar, bajando de la carreta la imagen de la Limpia y Pura, y colocando en su lugar dentro de la carreta la de la Maternidad Divina, fue entonces cuando los bueyes se mostraron activos.
Volvieron a cargar todo lo que habían bajado de la carreta, menos la imagen de La Limpia y Pura, y los bueyes emprendieron la marcha de inmediato y badearon el río. Al notar esta situación tan extraña -evidentemente milagrosa-, Andrea Juan dijo que la Virgen se quería quedar en las orillas del Río Luján del lado de la localidad de Pilar, y que el negrito Manuel -esclavo de su propiedad- era de la Virgen y que debía quedarse junto a ella para cuidarla y venerarla por el resto de sus días.
Los demás elementos fueron cargados en las carretas junto a la imagen de la Maternidad Divina y siguieron camino a Sumampa.
Durante más de cuatro décadas, la patrona de los argentinos tuvo su residencia en el Partido de Pilar, así lo testimonian los documentos de la época.
En la estancia de Rosendo se construyó una humilde ermita, compuesta de techo de paja, paredes de barro, piso natural de tierra, para venerar la imagen de la Limpia y Pura, siempre al cuidado del negro Manuel, quién continuamente estuvo pendiente que la lámpara de la Virgen quedara incesantemente encendida.
Así prosiguió el culto de la Limpia y Pura Concepción, en la ermita de la estancia de Rosendo, hasta que en el año 1661, Rosendo -Presbítero-, fue a hacerse cargo del Curato de Corrientes, dejando la total administración y disposición de sus bienes a su hermanastro, Juan de Oramás.
Esto marca el principio del decaimiento de la veneración de la Sagrada Imagen. Y a que sólo se ocupaba de ella el negrito Manuel, fiel custodio de Nuestra Señora, manteniendo el santuario y sobreviviendo únicamente de las limosnas de los peregrinos.
Motivada y sensibilizada por esta situación, se interesa en la imagen, la señora Ana de Matos, vecina de Luján. Por su gran fé en la Virgen, y siendo un instrumento de ella, el negro Manuel, con el cebo de las velas que ardían permanentemente, y en presencia de nuestra Señora, obraba prodigiosas y milagrosas curaciones entre los enfermos, quienes llegaban desde diferentes lugares a honrar a la Virgen.
En el año 1671, se concretó en doscientos pesos fuertes, la compra y traslado de la Virgen, desde su antigua ermita en la localidad de Pilar, a la estancia de la Señora Ana de Matos en la ciudad de Luján, quedando así, la ermita vacía y el negro Manuel en la localidad de Pilar, quién a pesar de ello seguía orando arrodillado aún estando ésta vacía.
Cuenta la historia, que el negro Manuel se despertaba y se encontraba con que la Virgen había regresado a su antigua morada, al mismo tiempo que la Sra. Ana de Matos, observaba que su imagen había desaparecido. Ante esta situación, y pensando que Manuel, por las noches, se robaba a la Virgen, se dirigía hasta la estancia de Rosendo y la recuperaba. Lo curioso de toda esta historia, es que, no había tiempo físico, ni persona capaz de realizar ese trayecto en una sola noche, la única explicación que se advierte para esta situación es que la Virgen quería quedarse en la localidad de Pilar, en su antigua ermita junto a su esclavo Manuel. Como esto volvió a ocurrir en varias oportunidades, Ana de Matos, decidió quedarse a pasar la noche sentada al lado de la Virgen, pero a la mañana siguiente Nuestra Señora, apareció otra vez en la estancia de Rosendo -un nuevo milagro de la Virgen-.
A raíz de esta situación, Ana de Matos partió a bordo de un carruaje hasta Buenos Aires (reuniéndose con el Gobernador (José Martínez de Salazar), y con Monseñor (Fray Cristóbal de La Mancha Velazco), le cuenta lo que venia sucediendo y llegan a la conclusión de que lo que quería la virgen era, que se hiciera un traslado solemne y una gran procesión, donde pudieran participar todas las personas que lo desearan, y de esta manera conocer la nueva casa de la virgen, cuando estuviera construida una capilla erigida en su honor y para su veneración en Luján.
El Gobernador de Buenos Aires, prometió su presencia ese día, como también, poner a disposición todos los medios a su alcance, para difundir públicamente la procesión.
Como era de esperar, Monseñor Fray Cristóbal de la Mancha y Velazco, oficio la Santa Misa y encabezó la procesión.- El 8 de diciembre de 1671, estaban en la estancia de Rosendo, el gobernador, Monseñor, Ana de Matos, el negro Manuel y varios peregrinos.
La Sra. Ana de Matos se arrodilló frente a la virgen, la veneró, y procedió a vestirla de celeste y blanco, y le colocó una corona en la cabeza, quedando así, tal como hoy se la conoce a la Virgen de Luján.
Entre el negro Manuel y otros peregrinos cargaron en andas a la virgen así vestida, y caminaron hasta el oratorio que había preparado en su casa la Sra. Ana de Matos, al llegar allí, la pusieron en el altar y todos la veneraron.
En ese momento, Ana de Matos, le ofreció al negro Manuel quedarse allí todo el tiempo que el quisiera, y este aceptó para dedicar su vida a cuidar a nuestra Sra.- La verdadera capilla, aún no estaba construida, dado que esperaban los planos de Buenos Aires.
Al llegar éstos y estar en manos de la Sra. Ana de Matos, ésta le encargo al negrito Manuel y a un empleado suyo llamado Joaquín, que comenzaran la construcción de la capilla, con una orientación tal que la virgen pudiera ser vista desde la ventana del oratorio donde estaba.
Un día llego al lugar un cura que se llamaba Pedro Montalvo, quien agonizaba, deseoso de morir junto a la virgen.... Manuel lo ayudó a llegar hasta ella, y oraron juntos; luego como era costumbre, lo curó con cebo de vela y una infusión que preparaba con los abrojos que retiraba del vestido de la virgen, cuando ésta salía en las noches, a rescatar almas pecadoras.
La Virgen le pidió a Manuel que el Padre Montalvo, fuera su Capellán, a lo que Montalvo contestó que si se curaba lo seria con gusto hasta el día de su muerte. Al cabo de un tiempo, éste recuperó totalmente su salud, y colaboró en la construcción de la capilla con sus propias manos.
Se dice que la virgen salía siempre en las noches y por las mañanas regresaba siempre a su altar, Manuel la encontraba siempre llena de rocío y abrojos en el vestido, con los cuales hacia infusiones para sanar enfermos.- La virgen obró muchísimos milagros de sanación, cuenta la historia que salvo a toda una población de una peste muy contagiosa.
Un día un malón de indios que estaba causando estragos y muertes por doquier no llegó a la cuidad porque misteriosamente una niebla maravillosa los dispersó. También Nuestra Señora salvo a la villa de una gran sequía, la peor que había padecido el partido. El negrito Manuel murió a los 82 años, en 1686, y fue enterrado junto al altar mayor, a los pies de su querida imagen de la virgen.
A partir del 8 de diciembre de 1671. la imagen es venerada en la conocida Basílica de Luján.
Como llegar:
